Día Mundial de la Salud Mental: ¿Qué desafíos enfrenta la niñez?

  • 07 de Octubre de 2021
  • Área: Protección, Salud y nutrición

Durante los últimos dos años, la asfixia financiera, el aislamiento social, la enfermedad del COVID-19 y el hacinamiento han incrementado las tensiones psicosociales de las familias en todo el mundo. La niñez no ha sido la excepción. Por el contrario, se ha enfrentado a dificultades específicas que hoy, en el Día de la Salud Mental, queremos poner sobre la mesa. 

En Perú viven más de 9 millones y medio de niños, niñas y adolescentes. Ellos y ellas han enfrentado afectaciones específicas en su bienestar causadas no solo por la emergencia sanitaria del COVID-19. Nuevos entornos educativos, la pérdida de familiares y seres queridos, y una mayor exposición a la violencia en el hogar marcan la salud mental y psicosocial de la niñez. 

Nuevos esquemas educativos 

Tras 18 meses de cierre de escuelas, los niños, niñas y adolescentes no han contado con aquel espacio seguro en el que pueden crecer, jugar, hacer amigos, sentirse seguros, recibir alimentación y, en general, construir la posibilidad de un futuro mejor. Por ello, la pandemia y el cierre masivo de las escuelas ha puesto en peligro el bienestar de toda una generación en el año del bicentenario peruano.  

Sumado a ello, los niños y niñas se encuentran estudiando en condiciones con mayor presión por cumplir las tareas en este nuevo modelo. Yanet Niquén, especialista nacional en salud mental y apoyo psicosocial de Save the Children, comenta que “sin un adecuado soporte emocional, estos niños y niñas corren el riesgo de caer en un estrés tóxico; es decir, una clase de estrés que puede generar impactos negativos para toda la vida en el desarrollo del niño o niña. La deserción escolar, enfermedades mentales y conductas de alto riesgo son otras posibles consecuencias de esta presión desmedida colocada sobre los niños y niñas y su rendimiento escolar en este contexto tan difícil”. 

Lidiar con la muerte 

En nuestro país, casi 11 mil niños, niñas y adolescentes quedaron huérfanos producto de la COVID-19. Para nuestra especialista, la pérdida de un ser querido en este contexto puede llegar a ser traumática ya que pierden la oportunidad de despedirse, llevar a cabo rituales o sepelios, e incluso de reunirse en familia para consolarse mutuamente.  

“Ante el duelo, los cambios en el estado de ánimo de los niños y niñas son comunes; sin embargo debemos prestar atención a señales señales de alarma, como síntomas persistentes del estilo de dolores de cuerpo, aislamiento, cansancio, falta de apetito, irritabilidad, miedos nocturnos o expresión nula de sus emociones. Adicionalmente, un shock post traumático se puede manifestar en pesadillas, recuerdos involuntarios o situaciones plasmadas en dibujos o juegos”, advierte nuestra especialista. Ante ello, Niquén recomienda  que los adultos cuidadores se preparen para fortalecer su resiliencia y para acompañar este duelo con amor. Uno de los recursos que invita a visitar es EnDuelo.org, una web desarrollada por Save the Children México con una serie de guías, videos y gráficas para que los adultos aprendan a lidiar con el duelo de los niños, niñas y adolescentes en sus familias.

Confinados con sus victimarios 

La mayoría de las violencias contra niños y niñas ocurren en sus hogares y la pandemia ha agravado esta situación debido a, entre otros factores, las medidas de confinamiento implementadas y al aumento del stress psicosocial de las familias. A esto se suma, la interrupción o el bajo nivel de funcionamiento de los servicios de protección, dando como resultado una invisibilización del maltrato infantil. 

“El maltrato infantil puede ocasionar en sus víctimas depresión, ansiedad y fuertes estragos a su autoestima. Sin embargo, también existen secuelas a largo plazo. Diversos estudios evidencian una relación entre el maltrato infantil y las patologías mentales y conductas anómalas en la vida adulta. Llevar estas situaciones al extremo en el confinamiento haría además que las víctimas se sientan arrinconadas y recurran a escapes de diversos tipos, exponiéndoles a otros peligros como el grooming y hasta a las autolesiones o el suicidio”, advierte Niquén.

La niñez migrante: doblemente vulnerable 

Yesibel en casa

Diego (12) y Yesibel (09) son hermanos. Hace más de dos años llegaron de Venezuela para instalarse en uno de los distritos de Lima con mayor cantidad de migrantes venezolanos. Antes de la pandemia estudiaban en un colegio cercano a su casa, pero con las medidas de confinamiento sus padres –Rusbel, conductor de una línea informal de transporte público, y Yessenia, vendedora de comida- vieron sus ingresos limitados. La familia tuvo que elegir entre comprar alimentos o los útiles escolares, y lamentablemente los niños tuvieron que dejar de estudiar. Actualmente se encuentran en casa sin poder estudiar y con los estragos económicos de la pandemia. 

“He hecho un dibujo de mi casita de Venezuela, donde estoy jugando en mi patio que es una cosa que yo extraño mucho de mi país. En esta pandemia he estado en momentos felices porque estoy con mi familia completa. He tenido momentos tristes porque no podemos salir por el dinero y porque mi papá no quiere que nos enfermemos”, cuenta Yesibel.

Dibujo de Yesibel que preparó para la campaña “Mi arte, mis derechos” de Save the Children

Durante su ruta de Venezuela a Perú, las familias venezolanas experimentan una serie de emociones relacionadas a la separación familiar y a la exposición a situaciones extremas. Al llegar a Perú, se enfrentan a notorias dificultades para iniciar su nueva vida, y más aún desde que se inició la pandemia del COVID-19. La Encuesta a Población Venezolana (ENPOVE) del 2018 señaló que los múltiples cambios que enfrentan en su vida, incluida la exposición a la pobreza o la violencia, hace que niños y niñas venezolanos en Perú manifiesten alteraciones en su estado de ánimo, siendo las más comunes los estallidos agresivos (30.6%), llanto excesivo (22,8%), cambios de apetito (29,7%) y miedo (18,9%). 

Por si fuera poco, la necesidad de apoyo psicológico ha aumentado dramáticamente por la pandemia. En una encuesta del 2020 de R4V, el 65% de los entrevistados reportó cambios psicológicos en adultos y 54% en niños desde el inicio de la pandemia. En particular, la población venezolana tiene poca o ninguna red comunitaria de apoyo que la ayude a acceder a atención psicológica, sin mencionar que en Perú dichos servicios son de difícil acceso.  

Save the Children toma acción 

Por todo ello, desde Save the Children estamos implementando programas de apoyo para la salud mental de la niñez peruana y migrante de Piura, Lambayeque, La Libertad, Lima y Arequipa, como parte del proyecto “Un camino hacia la integración”, financiado por Oficina de Población, Refugiados y Migración (BPRM) de los Estados Unidos. En esta primera etapa nos proponemos alcanzar a más de 2 mil niños y niñas entre los 5 y 17 años con primeros auxilios psicológicos y derivaciones de casos de mayor gravedad a los servicios pertinentes.  

En Lima Norte, Save the Children desarrolla estrategias de acompañamiento psicosocial para familias de los distritos de Ancón y Santa Rosa, a través de llamadas telefónicas personalizadas como espacio de expresión y reconocimiento del impacto emocional y social de la COVID-19. Entre junio y setiembre del 2021 se han realizado llamadas de consejería a 495 familias y el servicio continuará hasta noviembre del presente año. 

Mientras tanto, en el distrito de San Juan de Lurigancho, se está implementando el proyecto “SANIT@S, familias protegidas y saludables frente a la COVID-19″ que propone una respuesta a los efectos de la pandemia incluyendo la creación de espacios amigables para las niñas, niños y adolescentes como espacio de gestión de sus emociones y para los adultos apoyo psicológico no clínico a través de una línea de ayuda y sesiones en grupo. Nuestra meta es alcanzar 41,900 personas. 

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