Migrar en tiempos de coronavirus: “Sé que perderé trabajo, está difícil porque no hay nadie en la calle”

  • 17 de Marzo de 2020
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Hoy contamos tres historias de migrantes venezolanos en tiempos de la pandemia generada por el COVID-19. Además de la precariedad laboral, la pobreza extrema, el limitado acceso a la salud y a una vivienda estable y segura, más de 800 mil migrantes y refugiados venezolanos en Perú ahora enfrentan la rápida expansión del coronavirus y la medida de aislamiento social obligatorio que dejará a muchos de ellos sin ingresos ni alimentos. Las autoridades aún no han dado respuestas claras sobre cómo se asegurará la supervivencia de estas familias en gran vulnerabilidad.

Los León (*)

Yesica(*) y Martín(*) tienen 3 hijos en edad escolar. Antes del aislamiento obligatorio, Martín era conductor de una línea de buses ‘pirata’ y Yesica vendía almuerzos a los compañeros de Martín. “Era el único lugar en donde me daban trabajo”, cuenta resignado. La mamá de Yesica, que también vive con ellos y es una adulta mayor, era trabajadora del hogar. Durante esta semana, ninguno podrá generar ingresos. “He tenido que pedir prestado 80 soles a mi empleadora para poder comer”, comenta Laura(*), la mamá de Yesica.

Los Cruzalegui (*)

En Los Olivos, Marco y Yexeny viven con sus hijos Arantza (5) y Juvenal (8), su sobrina Lucy (14) y con la mamá de Marco, Tania. Ellos ocupan una pequeña habitación que desde el lunes está más llena que de costumbre, ya que los niños no están yendo a la escuela, y ninguno de los adultos puede trabajar. Tania recorría las calles vendiendo los pasteles que Yexeny preparaba, y Marco está viviendo la cuarentena sin goce de haber por orden de la empresa donde labora.

“Ya se nos acaban las provisiones, y pronto tendremos que pensar cómo hacer para comprar alimentos. Lamentablemente Marco hizo un contrato por 3 meses para digitalizar documentos, pero ahora no le están pagando estos días de cuarentena. Los niños están muy felices de tener a sus padres aquí, pero no imaginan las preocupaciones que estamos pasando los adultos. Quiero salir a trabajar, pero mi hijo no me deja porque dice que debo protegerme”, comenta Tania.

Pedro Antonio y Marcos (*)

Pedro Antonio salió solo de Venezuela, y en el camino conoció a Marcos. Ellos, junto con otros compañeros, caminaron por 26 días hasta el Perú. Al llegar a Piura, recibieron ayuda humanitaria de Save the Children y USAID, con la que pudieron adquirir alimentos, viajar de forma segura y alquilar una habitación en Lima por un mes. Lamentablemente, Marcos no encontró un trabajo que le permita subsistir, así que decidió seguir caminando hasta Chile y hoy se encuentra en situación de calle protegiéndose de la pandemia con sus escasos recursos. Pedro Antonio se quedó en Lima y alquila una pequeña habitación en La Victoria.

Pedro, que trabaja vendiendo caramelos, no ha podido trabajar desde el lunes, ni podrá hacerlo mañana. “Sé que perderé trabajo, está difícil porque no hay nadie en la calle, pero es lo que se tiene que hacer”, asegura. Durante estas dos semanas, verá mermada su economía y no podrá enviarle el dinero que mandaba diariamente a su hija y esposa en Venezuela, en donde ya se reportaron 16 casos de coronavirus.

Así como Pedro y Tania, el 54% de la población venezolana en edad de trabajar en Perú labora como ambulante y lo hace aproximadamente durante 60 horas a la semana (INEI, 2018). Aunque sus ingresos los calificarían como pobres, no podrán recibir el bono que el gobierno peruano ofrecerá a las familias en pobreza y pobreza extrema. Sus condiciones de salud también son críticas, ya que el 90% de venezolanos no tiene un seguro de salud para acceder a controles y medicamentos (INEI, 2018).

Por otro lado, en un contexto tan delicado, las familias migrantes en situación de calle se exponen a ser contagiadas en refugios sobrepoblados y otros espacios donde deben pernoctar.

Save the Children, cuya misión es proteger a todos los niños y niñas, insta a las instituciones públicas y privadas a tener en cuenta a los migrantes y refugiados venezolanos en situación de vulnerabilidad, y sumar esfuerzos para garantizar su salud e integridad física y emocional. Además, en estos tiempos es muy importante ser solidarios y prestar ayuda a quien lo necesite, sin importar su nacionalidad.

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