Las armas explosivas matan o hieren a tres de cada cuatro niños y niñas en los conflictos más letales del mundo

  • 16 de Mayo de 2019
  • Área:

Mahmoud, de 12 años, con su madre, Laila

El 72 % de las muertes y lesiones de niños y niñas en las zonas de guerra más mortíferas a nivel mundial se deben a atentados suicidas, minas terrestres, municiones sin detonar, ataques aéreos y otros tipos de explosivo, señaló hoy un nuevo análisis de Save the Children[i].

El análisis muestra que, en el caso de los niños y las niñas, las lesiones que sufren y el impacto que les producen las armas explosivas son particularmente graves y horrendos, en comparación con los adultos, y que los niños y las niñas expuestos a las armas explosivas suelen presentar síntomas de trastorno por estrés postraumático, depresión, ansiedad y agorafobia[ii].

El análisis se extrae de datos de la ONU sobre los cinco conflictos más letales para la infancia —Nigeria, Afganistán, Irak, Siria y Yemen[iii]—, así como de un estudio reciente de datos relativos a lesiones infantiles encargado por la Paediatric Blast Injury Partnership (PBIP), que es coordinada por Save the Children junto a otras organizaciones.

A modo de respuesta práctica, la PBIP presentó hoy un manual de campo absolutamente novedoso orientado a ayudar a médicos y cirujanos que atienden a niños y niñas heridos por armas explosivas. El manual es la primera guía a nivel mundial sobre los procedimientos particulares que se requieren para mantener vivos a niños y niñas y contribuir a su plena recuperación tras haber sufrido lesiones catastróficas como resultado de armas explosivas. También incluye una serie de pautas, definidas específicamente para niños y niñas, destinadas a reducir el trauma psíquico que estos pueden sufrir a causa de las lesiones y durante su tratamiento, así como los mecanismos que los niños y las niñas y sus cuidadores pueden aplicar para sobrellevar su recuperación física y psíquica a lo largo del tiempo.

El nuevo análisis difundido hoy por Save the Children sobre el impacto de los explosivos en los niños y las niñas reveló, además, lo siguiente:

  • En 2017, hubo 7364 casos de muerte o mutilación de niños y niñas en los conflictos en Afganistán, Irak, Nigeria, Siria y Yemen, y se estima que, de estos casos, 5322 estuvieron vinculados con ondas expansivas[iv].
  • En Afganistán, las armas explosivas fueron la causa del 84 % de las muertes de niños y niñas asociadas con conflictos en un período de dos años, en comparación con el 56 % de las muertes de civiles adultos. Los niños y las niñas heridos tenían aproximadamente el doble de probabilidades de morir debido a proyectiles, morteros y granadas que los adultos[v].
  • La mitad de todas las muertes y lesiones sufridas por niños y niñas en Nigeria durante 2017 se debieron a atentados suicidas o artefactos explosivos improvisados[vi]
  • Los huesos de los niños y las niñas se doblan más que los de los adultos, y esto conlleva mayores probabilidades de deformidades a largo plazo como resultado de lesiones por onda expansiva. Asimismo, el espesor del cráneo de un niño o niña es menor que el de un adulto, y por ende están expuestos a mayores riesgos de daño cerebral[vii].
  • La curiosidad que es habitual en niños y niñas puede exponerlos a peligros. Las municiones sin detonar —que son pequeñas y suelen tener colores atractivos— pueden confundirse fácilmente con juguetes[viii].
  • Los niños y las niñas enfrentan graves riesgos de lesiones o muerte a causa de explosivos no solo durante los conflictos, sino también con posterioridad a estos. Por ejemplo, en Ucrania, 220 000 niños y niñas en la región oriental del país estuvieron expuestos al riesgo de minas terrestres durante 2017[ix].
  • En algunos casos, los niños y las niñas en situaciones de conflicto murieron exclusivamente por efecto de ondas expansivas, como ocurrió en 2014 en Gaza, donde la totalidad de las muertes infantiles informadas fueron provocadas por armas explosivas[x].
  • Las consecuencias físicas de las armas explosivas para la infancia se ven agravadas por un profundo impacto psicológico: el 84 % de los adultos y casi todos los niños y las niñas manifestaron que los incesantes bombardeos y lanzamientos de artillería eran la principal causa de estrés psicológico en la vida diaria de los niños y las niñas[xi].

El análisis muestra además que los sistemas de atención de la salud, diezmados por años de conflicto, cuentan con escasos recursos para tratar las características «singulares e inusuales» de las lesiones pediátricas por onda expansiva, al carecer de elementos esenciales como torniquetes diseñados con fines pediátricos o protocolos para transfusiones orientados específicamente a niños y niñas.

A un siglo de la fundación de Save the Children para proteger a niños y niñas afectados por conflictos, esta organización benéfica presenta hoy una nueva campaña [LINK] que insta a los líderes mundiales a declarar que los niños y las niñas deben quedar a salvo en los contextos de guerra.

El general de división (retirado) Michael von Bertele, exdirector general del Servicio Médico del Ejército Británico y miembro de la Paediatric Blast Injury Partnership (PBIP), señaló al respecto:

«La triste realidad es que la mayoría de los profesionales de la medicina no han sido formados para atender a niños y niñas con lesiones por onda expansiva. Casi todos los manuales y procedimientos con que contamos se basan en investigaciones sobre soldados heridos, que suelen ser adultos en buen estado físico.

Sabemos que los cuerpos de los niños y las niñas son distintos. No son iguales a los adultos, pero pequeños. Sus cráneos todavía no se han formado por completo y sus músculos no se han desarrollado del todo. Esto hace que sea más probable que una onda expansiva dañe su cerebro o sus pulmones o destroce los órganos del abdomen, incluso cuando no parece haber daños visibles.

Y cuando los niños y las niñas sufren lesiones graves en los brazos y las piernas, se requieren conocimientos sumamente especializados para saber en qué lugar es preciso amputar, de forma tal de tener en cuenta el crecimiento que tendrán en el futuro. De no ser así, se condena a los niños y las niñas a sufrir discapacidades incluso más graves y, a menudo, dolor incoercible el resto de su vida».

Mahmoud*, de 12 años, vive en Gaza. En 2014, mientras jugaba en la calle, perdió un ojo al ser alcanzado por un arma explosiva:

«Oí una explosión y sentí que algo me entraba en el ojo. Me llevé la mano al ojo y empecé a correr. Sentía que brotaba la sangre.

El ojo se salió. Corrí a la tienda al grito de “ayúdenme, ayúdenme”. Me llevaron al hospital y allí me atendieron. Me desperté cuando ya estaba en el hospital. Me operaron. Y al salir de la anestesia, me dijeron que había perdido el ojo».

La presidenta ejecutiva de Save the Children International, Helle Thorning-Schmidt, manifestó al respecto: 

«El derecho internacional establece claramente que todos tienen la responsabilidad de asegurar que los niños y las niñas estén protegidos en los contextos de guerra. Sin embargo, cada año las armas explosivas siguen matando, mutilando y aterrorizando a miles de niños y niñas. Todas las partes beligerantes —desde grupos armados hasta gobiernos— deben incrementar sus esfuerzos para proteger a niños y niñas y atenerse a este principio moral fundamental de protección de la infancia.

Ante la devastación que estas armas han causado a las vidas de niños y niñas, el manual de campo es una herramienta práctica que ayudará a los médicos a salvar más vidas de niños y niñas. Pero, en definitiva, la manera más eficaz de proteger a niños y niñas es renunciar al uso de armas en sitios que deberían ser espacios seguros, como escuelas y hospitales.

En contextos de guerra actuales, son muchas las veces que los niños y las niñas ven y viven situaciones a las que jamás deberían estar expuestos. En 2019, se cumplen 100 años desde que Save the Children presentó su primera campaña para proteger a los niños y las niñas afectados por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, y hoy reunimos en el Palacio de la Paz, en La Haya, a numerosos líderes en reclamo de medidas urgentes para que se haga un alto a la guerra contra la niñez».

 


[i] Cantidad total de niños y niñas cuyas muertes y lesiones estuvieron relacionadas con ondas expansivas y no relacionadas con estas, según consta en el informe de la ONU sobre Los niños y los conflictos armados (2018). En el caso de Afganistán, los datos del informe anual sobre Los niños y los conflictos armados se complementaron con la información elaborada por la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UN Assistance Mission in Afghanistan, UNAMA), que proporcionó un desglose más detallado de los mismos conjuntos de datos. Se puede consultar información más específica en el informe Lesiones pediátricas por onda expansiva: El impacto de las armas explosivas para los niños y las niñas en los conflictos, publicado por Save the Children en mayo de 2019.

El otro 28 % de los casos de muerte y lesiones de niños y niñas se debió a una multiplicidad de actos, como enfrentamientos armados, fuego cruzado, apuñalamientos, ataques con gas, golpes con piedras y violencia sexual, lo que sugiere que los niños y las niñas también son a menudo blanco de violaciones en los conflictos, que incluyen la muerte, la mutilación y los abusos.

[ii] Lt. JFS Millwood Hargrave, «The Impact of Blast Injury on Children: A Literature Review», p. 17.

[iii] Estas fueron las cinco cifras más altas de total de casos de muertes y lesiones infantiles según el informe de la ONU sobre Los niños y los conflictos armados de 2018.

[iv] Ver nota al pie [i]

[v] Análisis de Save the Children sobre los registros de víctimas realizados por la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en el Afganistán para 2016 y 2017, los únicos años sobre los cuales se puede consultar un desglose completo de las causas de muerte. De las 1580 muertes infantiles en las que se conocía la causa, 1331 (84%) podían atribuirse a causas relacionadas con ondas expansivas, 202 (13 %) a causas no relacionadas con ondas expansivas y 47 (3 %) a ataques combinados con armas explosivas y no explosivas. En el mismo período, hubo 3460 muertes de adultos, de las cuales 1948 (56 %) se atribuían a causas relacionadas con ondas expansivas, 556 (16 %) a causas no relacionadas con ondas expansivas y 956 (28 %) a ataques combinados sobre los que no se especificaron distinciones. Los sistemas de fuego indirecto usados en combates terrestres, como morteros, proyectiles y artillería, causaron 487 (31 %) muertes infantiles y 540 (16 %) muertes de adultos.

[vi] Ver nota [i]

[vii] Ver nota [ii], pág. 11.

[viii] Ver nota [ii], pág. 11.

[ix] Unicef, 2017. 220,000 Children Threatened by Mines and other Explosive Weapons in Eastern Ukraine. Se puede consultar en: https://www.unicef.org.uk/press-releases/220000-children-threatened-mines-explosive-weapons-eastern-ukraine-unicef/

[x] https://www.ochaopt.org/data/casualties

[xi] Save the Children, «Heridas Invisibles», 2017, pág. 7.

 

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