COVID-19: El número de niños que viven en hogares pobres aumentará hasta en 86 millones para finales de este año

  • 27 de Mayo de 2020
  • Área: Ayuda Humanitaria, GRD y cambio climático

Un nuevo análisis de Save the Children y UNICEF revela que, a menos que se tomen medidas urgentes, el número de niños que viven en hogares pobres en los países de bajos y medianos ingresos podría aumentar un 15%, hasta alcanzar un total de 672 millones

Las repercusiones económicas de la pandemia de la COVID-19 podrían provocar que, para finales de 2020, otros 86 millones de niños se sumen a todos aquellos que ya se encuentran viviendo en hogares pobres, un aumento de un 15%, según un nuevo análisis publicado hoy por Save the Children y UNICEF.

En el análisis se pone de manifiesto que, si no se toman medidas urgentes para proteger a las familias de las dificultades económicas planteadas por la pandemia, el número total de niños que viven por debajo del umbral nacional de pobreza en los países de bajos y medianos ingresos podría alcanzar los 672 millones a finales de este año. Cerca de dos terceras partes de esos niños viven en África Subsahariana y Asia Meridional.

El aumento más considerable, de hasta un 44%, podría registrarse en los países de Europa y Asia Central, mientras que en América Latina y el Caribe podría producirse un aumento del 22%.

“La pandemia del coronavirus ha desencadenado una crisis socioeconómica sin precedentes que está agotando los recursos de las familias de todo el mundo”, afirmó Henrietta Fore, Directora Ejecutiva de UNICEF. “El alcance y la profundidad de las dificultades económicas que están afrontando las familias podrían revertir años de avances en la reducción de la pobreza infantil y privar a los niños de los servicios esenciales. Sin una acción concertada, las familias a las que ya les cuesta salir adelante podrían caer en la pobreza, y las familias más pobres podrían enfrentarse a niveles de escasez que no se han visto en décadas”.

Save the Children y UNICEF advierten de que la repercusión de la crisis económica mundial ocasionada por la pandemia y derivada de las políticas de contención tiene dos vertientes. Por un lado, la pérdida inmediata de los ingresos hace que las familias encuentren más dificultades para obtener productos básicos como agua y comida, tengan menos probabilidades de acceder a la atención médica o la educación, y estén más expuestas al peligro del matrimonio infantil, la violencia, la explotación y el abuso. Por otro lado, cuando tiene lugar una contracción fiscal, el alcance y la calidad de los servicios de los que dependen las familias también pueden disminuir.

Para las familias más pobres, la falta de acceso a los servicios de atención social o las medidas compensatorias limitan aún más su capacidad para cumplir con las medidas de contención y distanciamiento físico y, como consecuencia, aumentan su exposición a la infección.

“Las terribles repercusiones de la pandemia de la COVID-19 sobre la pobreza afectarán más duramente a los niños, que son altamente vulnerables incluso a periodos breves de hambre y desnutrición que podrían afectarles el resto de su vida. Si actuamos con prontitud y firmeza, podremos prevenir y contener los riesgos que plantea la pandemia para los países más pobres y para algunos de los niños más vulnerables. Este informe debería ser una llamada de atención para el mundo. La pobreza no es inevitable para los niños”, aseguró Inger Ashing, Directora General de Save the Children International.

Antes de la pandemia, dos terceras partes de los niños del mundo carecían de acceso a cualquier forma de protección social, lo cual impide a las familias resistir las crisis financieras y perpetúa el ciclo vicioso de la pobreza intergeneracional. Solo el 16% de los niños de África cuentan con protección social.

Cientos de millones de niños siguen viviendo en la pobreza multidimensional –es decir, carecen de acceso a atención médica, educación, una nutrición adecuada y una vivienda digna– lo cual suele ser un reflejo de la desigualdad de las inversiones en los servicios sociales por parte de los gobiernos.

Para los niños que viven en países donde el conflicto y la violencia ya están presentes, la repercusión de esta crisis incrementará aún más el riesgo de inestabilidad y de que las familias caigan en la pobreza. En la región de Oriente Medio y África del Norte, que ya acoge al mayor número de niños en situación de necesidad debido al conflicto, se registra la mayor tasa de desempleo entre los jóvenes, mientras que casi la mitad de todos los niños de la región viven en una situación de pobreza multidimensional.

Para abordar y mitigar los efectos de la COVID-19 sobre los niños de los hogares pobres, Save the Children y UNICEF instan a ampliar rápidamente y a gran escala los sistemas y los programas de protección social, tales como las transferencias en efectivo, la alimentación escolar y las prestaciones por hijos a cargo, todas ellas inversiones fundamentales que abordan las necesidades económicas inmediatas y sientan las bases para que los países se preparen para futuras crisis.

Asimismo, los gobiernos deben invertir en otras intervenciones en materia de protección social, políticas fiscales, empleo y mercado laboral, con el fin de proteger a las familias. Esto incluye ampliar el acceso universal a una atención de la salud de calidad y a otros servicios, así como invertir en políticas favorables a la familia, como las licencias remuneradas y los servicios de atención para los niños.

Desde que la COVID-19 comenzó a causar estragos, muchos países han ampliado sus programas de protección social. Estos son algunos ejemplos:

  • En el Perú, el gobierno está proporcionando bonos solidarios a los hogares de zonas rurales, los trabajadores independientes y las familias vulnerables, además de un nuevo bono universal para 6,8 millones de hogares. Es necesario centrar la atención en llegar a las personas que viven en zonas remotas, las poblaciones indígenas y los migrantes.
  • En Indonesia, el programa Kartu Sembako, que proporciona asistencia mensual en efectivo para el consumo familiar básico, amplió su alcance a 20 millones. La asistencia mensual en efectivo para las familias aumentó de 150.000 a 200.000 rupias indonesias.
  • En Mongolia, el gobierno multiplicó por cinco el subsidio mensual de su programa de dinero para los niños, que pasó de 20.000 tugriks mensuales a 100.000 tugriks durante seis meses.
  • En la Argentina, el plan universal de asignación familiar por hijo proporcionó un aumento de 3.100 pesos argentinos (47 dólares) a sus beneficiarios actuales.
  • En Sudáfrica, varios regímenes de protección social, incluido el subsidio de asistencia para los hijos, del que se benefician 12,8 millones de niños, están ampliando las ayudas.
  • En Georgia, el programa de asistencia social específica se ampliará temporalmente para proporcionar ayuda a 70.000 familias más; además, ofrecerá 100 laris mensuales adicionales (31 dólares) durante seis meses a 21.000 hogares sujetos al programa y en los que hay tres o más niños.
  • En Armenia, las familias que estén inscritas en el sistema de prestaciones familiares y cumplan los requisitos recibirán un complemento adicional del 50% de la prestación.
  • En Colombia, el gobierno ha creado el Programa Ingreso Solidario para proporcionar transferencias en efectivo a aquellos hogares que en la actualidad no reciben prestaciones de ningún otro programa nacional del gobierno. Hasta el 21 de mayo, más de dos millones de familias vulnerables recibieron una transferencia de 320.000 pesos (equivalente a 81 dólares) en dos pagos iguales realizados durante los meses de marzo y mayo.

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