Angely*

  • Lima
  • Área: Ayuda Humanitaria, Salud y nutrición

Una nueva vida

Angely tiene 11 años y vive en Perú desde el año 2020, junto a su mamá, Ausdry, quien llegó a Lima cinco años atrás, debido a la crisis económica en Venezuela. Durante los primeros meses en Perú, su mamá trabajó vendiendo queques y café para poder enviar dinero a su hija, quien todavía vivía en Valencia. Actualmente, Ausdry tiene 3 trabajos: limpia servicios higiénicos, trabaja interdiario en un supermercado y limpia casas. Ella tiene un horario de trabajo que le permite acompañar a su hija al colegio y después, llevarla a la casa.

Yo tengo que seguir con mi vida y no es fácil salir de Venezuela, a pesar de que yo voy ya 5 años acá. Incluso hay personas allá que me dicen ¡ven!, pero cada día es más caótico. La inflación está hiper altísima. Salí de Venezuela por la situación económica.

Ausdry, mamá de Angely.

Angely extraña a su familia, a sus amigos, su escuela, las comidas que preparaba su abuela y las compotas que le invitaba su tía. Su favorita era la de manzana.

Cuando Angely llegó a Lima, vio que le ponían obstáculos para estudiar. No la aceptaban en algunos colegios. Actualmente estudia en uno donde se siente contenta, aprende mucho y tiene amigas con las que conversa y juega en los recreos. Ausdry comenta que, al inicio, su hija lloraba porque no entendía las clases, pero ahora tiene muy buenas notas.

El año pasado, cuando la maestra me entregó la boleta de notas, se me cayeron las lágrimas por el esfuerzo que hace. Ha sacado pura “A” y pura “AD” de calificación.

Ausdry, mamá de Angely

Volver a escuchar

Ausdry nació con un problema de audición y durante sus primeros años tuvo que asistir a terapia de lenguaje y terapia física. Sin embargo, esta condición no ha sido impedimento para que pueda salir adelante junto a su hija y en un país distinto al suyo.

Antes, la comunicación entre ambas era complicada. Ausdry no escuchaba el timbre del celular y para comunicarse, Angely debía acercarse a ella para que pueda leerle los labios y hablarle en voz alta.

A veces mi mamá, cuando recogía el Qali Warma, le hablaba a la miss, y no escuchaba muy bien, entonces yo tenía que ir con ella para explicarle lo que la maestra le estaba diciendo.

Angely

A través del proyecto “Un camino hacia la integración”, que implementa Save the Children con el apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (BPRM), Ausdry recibió apoyo económico para comprar sus audífonos.

El día que el doctor le puso los aparatos a su mamá, Angely sintió mucha alegría y emoción, porque Ausdry podía escuchar todo: la voz del doctor, los carros, los camiones, la brisa y lo más importante, su voz.

Me siento muy orgullosa de mi mamá, porque ella consiguió lo que quería: sus aparatos. Porque antes no podía escuchar. Se sentía triste. Y ahora con los aparatos, ella se siente feliz. Ahora puede escuchar todo.

Angely

En búsqueda del progreso

Ausdry desea ahorrar dinero para los estudios superiores de su hija. Tiene deseos de crecer, de progresar, ser autónoma y se siente feliz, porque hace las cosas paso a paso. Angely, por su parte, quisiera ser diseñadora de interiores o arquitecta. Ella sueña con vivir en una casa o un departamento junto a su mamá, donde puedan tener todas las cosas que Ausdry necesite. Así mismo, sueña con viajar en algún momento a Estados Unidos, conocer Hollywood, Los Ángeles y visitar a las Kardashian.

Sobre el proyecto

El proyecto “Un camino hacia la integración” ha sido implementado por Save the Children con apoyo de la Oficina de Población, Refugiados y Migración (BPRM), como parte de la respuesta ante la crisis migratoria venezolana desplegada desde 2018. La intervención tiene como objetivo brindar asistencia humanitaria e integrar socialmente a la niñez y las familias venezolanas que se vieron obligadas a salir de su país por la grave crisis económica. Los ejes del proyecto corresponden a: protección a través de apoyo psicosocial; nutrición y salud; medios de vida a través del fortalecimiento de habilidades para emprender o acceder a un empleo; y ayuda humanitaria para cubrir los gastos mínimos de alimentación, vivienda y abrigo de la familia. En 2020 iniciamos el tránsito a la inclusión e integración sostenible para las familias migrantes, y para el 2023, esperamos que más de 17,760 migrantes venezolanos vulnerables, especialmente niñas, niños y adolescentes, accedan a una vida más digna.

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